El ser humano es tan poco sensible, tan
vulnerable, tan poco pragmático, que sólo vemos lo que nuestros ojos
quieren ver, sentir lo que nuestro ego necesite y así nos justifique
ese bienestar personal, aunque eso nos suponga llorar.
Vivimos en nuestra propia burbuja pensando que es la única, la
verdadera, la real, ignorando que todos somos uno, sin pensar que el
que está en frente de nosotros es parte nuestra, porque en su paso deja
su huella, en el aire su aliento, y ante nuestros ojos debería dejarnos
su sentimiento.
La tristeza amarga el alma.
La rústica figura de su cuerpo se arrastra,
y una voz afligida y seca, llama.
¡Soy pobre!.
Su camisa sucia y lacea
baila al compás del aire, que la anima en una danza falsa.
Sus pies casi descalzos se clavan sobre una piedra, pero el dolor se lo calla.
Le llaman el vagabundo y sólo dolor tiene en su alma.
Pobre de espíritu y con poca gracia, eleva la vista.
Su cara arañada, parece de cera.
Sus manos encalladas, lleva el destino de la labranza.
Luces, imágenes, cánticos, poesía; un envoltorio a su lento andar,
un paso hacia adelante, dos pasos hacia atrás.
Un hatillo, tres cartones y una sonrisa sesgada, en su bolsillo una botella que le acompaña.
Le llaman el vagabundo y sólo dolor lleva en su alma.
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http://www.youtube.com/watch?v=iXFccTVfMfM
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