RESEÑA
Mi agradecimiento al escritor, periodista y sociólogo peruano
Samuel Cavero
por haber llegado a sentir y descubrir el alma de este libro.
El gran universo literario
de María del Carmen Aranda en su novela Flores entre escombros
Por: Samuel Cavero Galimidi
Flores entre escombros de la escritora y poeta madrileña
María del Carmen Aranda es, efectivamente, un interesante libro de
memoria histórica ambientado en la Guerra Civil y el Franquismo que
vivió España. Se trata de un libro muy afortunado. Ya va en su cuarta
edición revisada y ampliada, con prólogo del español Javier Urra,
catedrático y doctor en psicología.
En esta novela llama
la atención y agrega un tono mayor de ironía y sano humor el uso de los
apodos, los sobrenombres que revelan la personalidad, conducta o
defectos físicos en sus personajes. Están para que el lector descubra el
porqué del apodo dado al personaje. Ejemplos: María La trapera (Págs.
95 al 99); María La Pelona (Pág. 104); “Luisa La Paragüera” (Pág.130);
“El señor Rafael Torraes Pico Roto fue el chivato” (Pág. 136); “Mi
querida hermana Antonia La Correcaminos” (Pág. 163)
La novela
es contada en primera persona, con gran ternura y efusión de
sentimientos, por Concha, una niña coraje quien con sus padres, hermanos
y hermanas, deben aprender a sobrevivir entre la hambruna, las
persecuciones, las delaciones, el odio entre dos bandos políticos
irreconciliables y la pillería que deben hacer gala con ingenio, incluso
robando de los trenes en marcha, para alimentarse. Donde además el
lector podrá advertir hasta los juegos que se jugaban en aquella época,
algunos de ellos todavía hoy se juegan en nuestros países entre los
niños y niñas. En realidad, once miembros de una familia numerosa, cada
uno con un incierto destino hasta el final de sus días que vivieron
muchas vicisitudes en aquella época de hambre, de carestías, con bandos
políticos encontrados y sin poder reconciliarse dentro de la propia
España. Unos versos del gran poeta español Miguel Hernández describen
muy bien aquellos difíciles momentos:
“Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres”.
Se trata además de la historia personal del hermano Pepe,
pecoso y rubio, quien solía mantener tertulias con los amigos de Las
Cavilas; de Vicente quien falleció al igual que la hermana Carmen en un
hospital de Madrid; el de las hermanas Juana y Antonia; el de Catalino y
el del pequeño Fernando, entre otros protagonistas del clan familiar.
Aquí las múltiples referencias de la historia de esta niña en “El Puente
de Vallecas” y Las Cavilas son igualmente importantes. Recordemos aquí a
Catalino, el de Las Cavilas, por ejemplo.
Hay interesantes
referencias a Gustavo Adolfo Bécquer. No así de Lorca, Vallejo, y otros
escritores, que salvando las distancias de Bécquer vivieron la época de
la guerra civil española. Arantxa Canceller, a quien me permito citar,
en su interesante artículo: La literatura en la guerra civil Española y
el Franquismo, nos dice con gran acierto:
La primera
generación que nos atañe es aquella donde brillan nombres como Miguel
Hernández -aunque Hernández siempre estuvo más cerca de la del 27-, Juan
Gil Albert, María Zambrano o Luis Rosales, entre otros. Se trata de la
conocida Generación del 36, o Primera Generación de Posguerra, donde se
englobaría a todos aquellos escritores que publicaron durante los años
previos y mismos de la guerra y, que vivieron y sufrieron las duras
consecuencias de la España divida entre vencidos y vencedores, la
autarquía, la censura y la miseria. Aunque también brillan otros nombres
como Leopoldo Panero, Guillermo Díaz Plaja y Dionisio Ridruejo, entre
otros.
La dolorosa huella de la guerra, agrega Arantxa
Canceller, marcó la obra de numerosos artistas como bien lo refleja el
famoso Guernica de Pablo Picasso o los versos de Machado, León Felipe
Dámaso Alonso, o el gran Alberti. Esta generación quedó estigmatizada
por los cruentos sucesos de la guerra civil, la cárcel, la represión y
la muerte. Muchos fueron víctimas de la censura como el mismo Ramón J.
Sender quien aun habiendo recibido el premio nacional de literatura fue
brutalmente censurado en España por el régimen franquista
Me
llamó además la atención en esta novela española Flores entre escombros
el uso de algunos vocablos, palabras y expresiones que no se usan de
manera corriente en Latinoamérica, pero sí en España y allí de la manera
más natural. Por ejemplo: tebeos, que parecía ser un vocablo bíblico y
no lo es. En España significa: Publicación destinada especialmente al
público infantil en que se narran historietas o chistes mediante viñetas
o recuadros que contienen ilustraciones y generalmente texto.
Igualmente, tricornio. ¿Qué es un tricornio? Es uno de los símbolos más
característicos del cuerpo de la Guardia Civil Española. El tricornio es
un tipo de sombrero que inicialmente es de fieltro y tiene el ala ancha
y doblada hacia arriba buscando la copa y formando tres picos, pero
esta denominación se presta a confusión. No tiene nada que ver con el
Unicornio.
María del Carmen Aranda es autora de: La 5ta
Clave Encuentra lo que siempre has buscado; Las ventanas del Mundo;
Susurros al Aire; Cómo ser escritor y no morir en el intento.
“Flores entre escombros”, su primer libro, fue un relato biográfico
dentro de un contexto cultural y político que se remonta a la dura
posguerra española. Las vivencias de una niña (mi madre, nos confiesa)
en aquella época de penurias y hambre fue mi reto en homenaje a ella y a
tantos miles de niños que vivieron una situación similar, nos dice la
escritora española María del Carmen Aranda. Ellos, el pueblo, fueron los
verdaderos héroes de aquella trágica guerra, sin embargo, el amor y la
ilusión por un futuro mejor estuvo siempre presente en la vida de estos
niños.
¿Qué podemos destacar en este libro? María del
Carmen Aranda posee una muy cuidada y elegante prosa, con diálogos
cortos y amenos. Hace gala del buen uso del español madrileño: “¿Qué os
pasa hoy?” (Pag. 35); “¡Dadme trapos…!” (Pág. 34); “¿Y vosotros hacíais
trueque?” (Pág. 136). En sus referencias históricas no peca de excesos,
es pulcra y muy mesurada, haciendo de este libro una lectura llena de
interés y emotiva. Solamente me permitiría recomendar cambiar en la
novela, para una siguiente edición, el vocablo “agrio” que se usa como
adjetivo para significar la acidez de las frutas más que para significar
a aquel que produce penurias y dificultades. Al acompañarlo de esta
expresión, en personas, no parece pertinente su buen uso: “Las
señoritas, dos solteras de aspecto agrio y sobrio, inspeccionaron
nuestra pequeña casa…” (Pág. 114)
Con María del Carmen
Aranda nos conocimos hace ya casi 4 años en un Congreso Mundial de
Escritores en Mayagüez, Puerto Rico, auspiciado por la Unión Hispano
Mundial de Escritores (UHE). Nos volvimos a encontrar en España, su
patria, con motivo del Congreso Mundial de las Letras Hispanas “Miguel
de Cervantes” que organizó ASORBAEX.
María del Carmen
Aranda, mujer guapa, culta, apasionada, carismática, confiesa que
ingresó algo tarde a la literatura, en su madurez, pero que en cosas de
la literatura nunca es tarde. Pienso: le espera un futuro muy promisorio
donde brillará mucho más como escritora. María del Carmen es de
aquellas escritoras que buscan, a pulso firme, publicando y obteniendo
premios literarios, ganarse un gran sitial en la prestigiosa literatura
española e hispanoamericana. Lo va logrando, y nos dice:
“Sueño con
la honestidad en las personas, con la igualdad en los seres humanos sin
distinción de raza, color, religión o sexo. Sueño con un mundo mejor sin
hambre ni guerras y mi único medio para que se oiga mi voz despertando
alguna conciencia es mediante la escritura”.