martes, 10 de diciembre de 2013

FRAGMENTO IV "UN POLVORÍN A PUNTO DE ESTALLAR " del libro " LAS VENTANAS DEL MUNDO"

Yo observo la historia de los tesoros que ustedes encontraron. ¡Veo la continuación! Mi sabiduría es tan despreciada como el caos. ¿Qué es mi nada, frente al estupor que les espera a ustedes?

Arthur Rimbaud





FRAGMENTO IV

UN POLVORÍN A PUNTO DE ESTALLAR


Los países más afectados empezaron a rebelarse, se sentían incómodos con sus gobiernos, a quienes culpaban de su situación, la cual había llegado a ser insostenible.

Manifestaciones y críticas, luchas del poder por el poder y así, ante la confusión y desconcierto, un reguero humano había iniciado una nueva andadura por todo el planeta, solo querían huir en busca de algo mejor, una vida al menos más digna, pero no había salida, el mundo estaba enloqueciendo y la inestabilidad se encontraba allá donde fueres.

Conjuntamente a la indolencia, negligencia y corrupción de muchos gobernantes, que con su desprecio ante la naturaleza y el hombre no tomaron decisiones drásticas para dar un giro al sistema que nos diera un atisbo de esperanza, se fueron sucediendo grandes desastres naturales, producto de los desequilibrios ocasionados por el ser humano, y así un día tras otro nos iban anunciando en los diversos medios de comunicación el adelanto de lo que iba a ser nuestra propia agonía.

Era frecuente escuchar en gentes humildes describir con naturalidad durante horas los desastres venideros, conduciéndoles finalmente a las lágrimas; hablaban del calentamiento global como verdaderos expertos.

«El calentamiento global», comentaban, «ocurre cuando el dióxido de carbono y otros contaminantes del aire se acumulan en la atmósfera y forman una capa cada vez más y más gruesa, atrapando el calor del sol y causando el calentamiento del planeta». «Este hecho», decían, «nos arruinará y matará a todos».

Pero no era solo el calentamiento de la atmósfera la posible ruina de nuestras vidas, ya que se seguían construyendo centrales nucleares y estas eran la principal fuente de contaminación por la emisión de dióxido de carbono, antenas de telefonía, radiaciones ionizantes(1) que en unos pocos años había pasado de dos coma cuatro milisieverts a cuatro sieverts(2), provocando en el ser humano en pocos años enfermedades cada día más desconcertantes.
En definitiva, un mundo lleno de confusión donde las ondas de alta frecuencia, que convivían las veinticuatro horas del día con el resto de contaminantes, dejaban sin amparo y a merced de las enfermedades e infecciones emergentes a generaciones cada vez más vulnerables.

¿Cómo se podría parar todo eso? Miraras donde miraras, era un caos envuelto en un bonito papel de regalo que solo unos pocos se atrevían a abrir, quedándose aterrorizados al ver su contenido.

La guerra silenciosa,mortífera, y el acelerado ascenso contra la naturaleza llevado a cabo por la expansión a escala planetaria del sistema urbano-agro-industrial ya no se podía parar, y empezó a actuar como un auténtico boomerang contra nosotros mismos.

La contaminación en los mares reflejaba tal fatalidad, donde billones de toneladas de residuos y desechos del mundo se arrojaban en ellos sin el debido tratamiento y control, derrames de hidrocarburos, restos agrícolas, pesqueros e industriales; el mar se había convertido en el mayor vertedero del planeta.
Los primeros indicios de ello comenzaban a aparecer, el primero fue en una zona relativamente estacionaria del Pacífico Norte y con una extensión equivalente a tres Penínsulas Ibéricas donde se localizaba una gran masa de basura formada por cientos de millones de toneladas de desechos microscópicos, que dejaban en evidencia el poder contaminante del ser humano sobre su entorno, «La Sopa Plástica(3)» del planeta.

Pero de estas vergüenzas no se hablaba, no nos contaban.... (Continuará, ver Fragmento V)

(1) El daño producido al cuerpo humano por todo tipo de radiaciones se mide con una magnitud denominada dosis de radiación. Un sievert (Sv) es la unidad que mide esa dosis de radiación, por ejemplo el daño que producen al cuerpo los rayos X.
(2) Una dosis de 4 sieverts, estadísticamente, es letal para el 50 % de las personas que la reciben. Se estima que en 4 radiografías de tórax se recibe una dosis de 1 milisievert, aproximadamente.

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