de "LAS VENTANAS DEL MUNDO"
Desconocemos tantas cosas, que debemos fijarnos en los pequeños detalles ya que en ellos están todos los secretos que el hombre en su codicia busca, pero no ve.
CONTINUACIÓN DEL FRAGMENTO XIII
...Jesed (compasión, misericordia)
y Gevurá (valentía y fuerza,
severidad
y juicio) nos daban la responsabilidad como seres
humanos,
obrando correcta y éticamente como un acto encomiable
digno
de alabanza. Sus ramas se unían reconciliando
las
inclinaciones conflictivas que pudieran surgir entre ambas,
manifestándose
una gran belleza a través de la mezcla de sus
valores.
Pequeñas sefiras de color azul como el cielo de una mañana
de
verano mezcladas con otras rojizas como el atardecer
de
una fría tarde de invierno se desprendían de las finas pero
fuertes
ramas del gran árbol.
Tiféret
era la gran rama central, el núcleo, la columna de armonía
y
verdad, equilibrando la tendencia de crecimiento del resto
de
las ramas, armonizándolas con el resto y logrando la unidad.
Desde
su interior emergía una gran luz dorada provocada
por
la cantidad de florecillas en forma de estrella que del gran
tronco
central nacían, ellas revitalizaban la mente, las energías
y
la inspiración, alejando los miedos y las cosas superfluas, dando
luz
al resto de hojas y flores que las envolvía.
La Netsaj
aludía a lo emocional, la constancia y victoria, combinándose
con
lo mental o ramas Hod,majestuosidad, esplendor
y
gracia. Eran dos largas y gruesas ramas que se entrecruzaban entre
el
resto en forma de zig-zag. Las bellas hojas verdes de Netsaj
acompañaban
a las florecillas naranjas de Hod, que permitían dar
forma
a nuestros proyectos y nos ayudaban a superar las fases
emocionales
y los impulsos instintivos provenientes de Netsaj.
La
rama Yesod estaba casi unida a Maljut, donde descansaba
el
fundamento de la realidad. La base de la magia donde las
imágenes
y pensamientos creados en nuestro interior pueden llegar
a materializarse.
En esta rama duerme la memoria y es la memoria
de
todo lo que hemos hecho y lo que hemos vivido, la que
forma
la imagen de nosotros mismos, dándonos la personalidad.
Hermosas
y grandes flores de color violeta abrían sus pétalos
rozando
casi la tierra y envolvían al gran árbol con su perfume;
la
única sustancia que suscita más el recuerdo y con mayor
intensidad
que los olores.
Maljut
era la única rama que nacía prácticamente en la tierra,
desprendiendo
de ella los frutos de la esencia que había recibido
del
resto de las ramas. Maljut era la rama receptora de
todos
los atributos que poseían el resto de las ramas que estaban
sobre
ella.
Los
siete anillos que rodeaban al Tiféret representaban los
valores
esenciales de los Toekom. El primer anillo representaba
«El Valor», cualidad que garantizaba la
existencia de los otros
seis
anillos, la perfección del hombre en cuanto a ser hombre,
en
su voluntad, en su libertad y en su razón.
El
hombre valiente no hace más que abandonar el pasado,
lo
viejo, lo conocido, y siempre está dispuesto a dirigirse a lo
desconocido.
Necesita coraje porque nunca se sabe lo que va a
ocurrir
al momento siguiente, es impredecible, el valor de saber
enterrar
un pasado y nacer en cada momento.
El
segundo anillo constituía «La Perseverancia», que tenía
la
facultad de amplificar los alcances de la inteligencia, la memoria
y
la imaginación, teniendo como objetivo dar una motivación
para
realizar lo que se deseaba alcanzar en un esfuerzo
continuo.
Este segundo anillo nos daba un conocimiento realista
de
uno mismo, de nuestras fortalezas y debilidades, transformando
todos
nuestros sueños, dándoles vida, luchando por
convertirlos
en realidad, porque «el que persevera, alcanza».
«La Sensibilidad» era el tercero; abarcaba
la capacidad frente
al
amor, correspondiendo a los sentimientos de amistad, afecto
y
cariño. La sensibilidad nos permitía descubrir en los demás
a
ese «otro yo» que piensa, siente y requiere de nuestra
ayuda,
haciéndonos más previsores, participativos y despertando
El
propósito de la inteligencia fracasaba si se era incapaz
de
ajustarse a la realidad prefiriendo no afrontarla. El papel de
la
sensibilidad nos daba la capacidad de darle sentido verdadero
a
nuestra existencia.
El
cuarto anillo afectaba a «La Responsabilidad», una facultad
que
nos permitía interactuar, comprometernos y aceptar
las
consecuencias de los hechos libremente realizados,manteniendo
en
orden la vida en la comunidad, demostrando el
compromiso
con las propias decisiones y con las consecuencias
que
estas pueden generarle tanto a la persona en sí como a quienes
lo
rodean.
La
responsabilidad, autonomía y libertad se unían estrechamente
formando
el cuarto anillo.
El
quinto aludía a «La
Solidaridad», una palabra mágica
que
nos revelaba un interés universal por el bien, impulsando
los
verdaderos vientos de cambio favoreciendo el desarrollo de
individuos
y nuevas comunidades y ciudades.
La
solidaridad trascendía a todas las fronteras, una virtud
contraria
al individualismo y egoísmo.
El
sexto encarnaba «La
Equidad», basada en una justicia
natural,
poniéndola en práctica a partir de nuestra propia
intimidad
y cotidianeidad, valorando a cada persona como un
ser
excepcional.
El
séptimo y último de los anillos simbolizaba «La Tolerancia
»,
permitiendo a los seres humanos entender que cada
persona
es única e irrepetible. Se trata de una actitud de consideración
hacia
la diferencia, de una disposición a admitir en los
demás
una manera de ser y de obrar distinta de la propia, de la
aceptación
del pluralismo.
Nuestra ciudad reflejaba la cosmovisión de todos los que
Nuestra ciudad reflejaba la cosmovisión de todos los que
la
habitábamos, nuestra forma de ver y comprender el mundo
se
reflejaba en la planificación y construcción de la ciudad.
Justo
en la entrada del primer círculo de la ciudad tuvimos el
encuentro
con nuestros visitantes Temuranos, se presentaron ante
nosotros
como si fuesen tres ángeles llegados de otros mundos.
Éramos
un pequeño grupo de diferentes edades los encargados
de
acompañar y explicar a nuestros tres invitados cualquier
duda
que pudiera surgirles. Les hablamos de cómo aprendimos
a
sobrevivir entre la nada, a comunicarnos mentalmente
y
los procedimientos que seguíamos para mantener una ciudad
en
coherencia y armonía; estábamos dispuestos a compartir con
ellos
todos nuestros conocimientos, queríamos un mundo mejor
para
todos, y ellos, a pesar de nuestras diferencias, eran parte
Como
siempre, hubo consenso en cuanto a las tareas y funciones
que
fueran a desempeñar, les habilitamos una zona en
el
tercer anillo, el de la sensibilidad, que pensábamos sería el
más
indicado para que nuestros nuevos invitados se sintiesen
lo
más cómodos posible.
Dos
de los visitantes, Gara y Jonay, nos comentaron que
eran
neuro-científicos y doctores en Física y Química; el tercer
visitante,
Urus, era bio-informático, un investigador interdisci-
plinar
de las ciencias de la computación y las tecnologías, y analista
de
datos biológicos.
Tanto
los Temuranos como nosotros, los Toekom, amábamos
nuestro
planeta y queríamos seguir manteniéndolo, pero
lo
curioso de todo eran las diferentes formas de vida que habíamos
ido
adoptando los unos a diferencia de los otros, aclimatándonos
al
medio que nos rodeaba; éramos dos mundos cuyos
pies
pisaban la misma tierra.
Los
días que permanecieron con nosotros se adaptaron perfectamente
a
nuestro sistema de vida; recogían los frutos de los árboles
y
recolectaban los de la tierra, nos ayudaban en los quehaceres
diarios,
participaban en las habituales charlas que dábamos
a
los más jóvenes exponiéndoles sus ideas y nos observaban. Observaban
y
apuntaban en sus mentes todos nuestros movimientos;
se
preguntaban cómo era posible que sin ninguna administración
ni
autoridad hubiera siempre unión y aprobación en todo, que la
armonía
reinase siempre y no hubiese depravados ni corrompidos,
o
no se conociesen enfermedades virulentas y agresivas.
Era
fácil de entender, vivíamos en una ciudad libre, donde
se
poseía lo que se necesitaba y se disfrutaba de ello, siendo
nuestra
propia energía positiva nuestra autoprotección.
http://www.youtube.com/watch?v=vxaA8mnOroM |
(Continuará, ver Fragmento XV)
DONDE COMPRAR "LAS VENTANAS DEL MUNDO":
OTROS LINKS DE INTERES:
Del libro "LA 5ª CLAVE"
Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor. La grandeza de un hombre no se mide por lo que tiene, sino por la valentía que ha ido demostrando en su camino, cada vez que un tropiezo le hizo caer y volvió a levantarse.
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