miércoles, 27 de diciembre de 2017

Dias de Guerra y Humanidad- Un relato de Esperanza


Días de Guerra y Humanidad


Días de Paz, de luces y colores, de alegrías, de familia, de amores y alejados rencores.

Ella, sentada en la cocina, con tristes ojos miraba a través de las ventanas, las guirnaldas rojas colgadas en los balcones.
-Me iría a pasear -Se decía. ¿Pero con quién? Y la soledad de nuevo le invadía.
Reposando su cabeza sobre su mano temblorosa, los recuerdos le afloraban en un baile sosegado, auroras de amaneceres en sus pupilas clavadas.

Silencios acomodados en una casa donde antaño sonaban canciones, pasitos cortos unidos a pequeñas voces, que en las grietas de sus viejos techos albergaba sin temores.

Volvió a mirar sin moverse de la silla a través de sus gruesas lentes y volvieron a surgir las luces titilando en los majestuosos balcones adornadas con alegres y coloreadas flores.
Se levantó despacito y acompañando al silencio se dirigió al salón.
Su única compañía un viejo sillón, un jarrón de porcelana y una antigua televisión. Un reloj inquieto le marcaba las horas rompiendo el vacío de su fría habitación.

-Me gustaría salir, pasear entre la algarabía de la gente, abrazarles y expresar mis emociones ¿Pero con quién? - se repetía una y otra vez.

Imprevisiblemente un teléfono sonó.
-¿Quién es? -Dijo acelerada rompiendo la monotonía del día a día, sintiendo como su corazón de nuevo emocionada latía.
-Mamá, soy yo. Una voz dulce y cariñosa respondía.
¿Qué haces? ¿Cómo estás?
-Muy bien hija -Contesto la anciana-. Estoy aquí, frente al televisor sentada.

En segundos la puerta se abrió. Niños cantando, panderetas y zambombas y un río de amor se deslizó por todas las rendijas de aquella silenciosa casa.

Tiempos de guerra y humanidad, rescatemos a los ancianos de su triste soledad, a los niños privados de sueños, a los jóvenes perdidos en un futuro incierto, demosles nuestro cariño, el mayor tesoro que todos tenemos y que nuestra alma puede regalar sin compromisos, sin pretextos.

Abramos nuestros corazones y entreguemos todo nuestro amor porque la vida se compone de eso,
de pequeñas acciones que hacen de este Mundo, un Mundo mejor.
Estamos en Navidad, disfrutemos con ellos.

María del Carmen Aranda
escritora 


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