Días
de Guerra y Humanidad
Días
de Paz, de luces y colores, de alegrías, de familia, de amores y
alejados rencores.
Ella,
sentada en la cocina, con tristes ojos miraba a través de las
ventanas, las guirnaldas rojas colgadas en los balcones.
-Me
iría a pasear -Se decía. ¿Pero con quién? Y la soledad de nuevo
le invadía.
Reposando
su cabeza sobre su mano temblorosa, los recuerdos le afloraban en un
baile sosegado, auroras de amaneceres en sus pupilas clavadas.
Silencios
acomodados en una casa donde antaño sonaban canciones, pasitos
cortos unidos a pequeñas voces, que en las grietas de sus viejos
techos albergaba sin temores.
Volvió
a mirar sin moverse de la silla a través de sus gruesas lentes y
volvieron a surgir las luces titilando en los majestuosos balcones
adornadas con alegres y coloreadas flores.
Se
levantó despacito y acompañando al silencio se dirigió al salón.
Su
única compañía un viejo sillón, un jarrón de porcelana y una
antigua televisión. Un reloj inquieto le marcaba las horas rompiendo
el vacío de su fría habitación.
-Me
gustaría salir, pasear entre la algarabía de la gente, abrazarles y
expresar mis emociones ¿Pero con quién? - se repetía una y otra
vez.
Imprevisiblemente
un teléfono sonó.
-¿Quién
es? -Dijo acelerada rompiendo la monotonía del día a día,
sintiendo como su corazón de nuevo emocionada latía.
-Mamá,
soy yo. Una voz dulce y cariñosa respondía.
¿Qué
haces? ¿Cómo estás?
-Muy
bien hija -Contesto la anciana-. Estoy aquí, frente al televisor
sentada.
En
segundos la puerta se abrió. Niños cantando, panderetas y zambombas
y un río de amor se deslizó por todas las rendijas de aquella
silenciosa casa.
Tiempos
de guerra y humanidad, rescatemos a los ancianos de su triste
soledad, a los niños privados de sueños, a los jóvenes perdidos en
un futuro incierto, demosles nuestro cariño, el mayor tesoro que
todos tenemos y que nuestra alma puede regalar sin compromisos, sin
pretextos.
Abramos
nuestros corazones y entreguemos todo nuestro amor porque la vida se
compone de eso,
de
pequeñas acciones que hacen de este Mundo, un Mundo mejor.
Estamos
en Navidad, disfrutemos con ellos.
María
del Carmen Aranda
escritora