En un lugar del Mundo
donde la arena hiere almas, los niños corrían.
-¡Corre! ¡Ven! ¿A que no me pillas?
Sus pies descalzos, sobre la tierra humedecida de lágrimas y llantos,
marcaban las huellas de ángeles perdidos sobre el espeso y resbaladizo barro.
Piernas, cuerpos y caras, salpicados de estrellas negras salidas del oscuro fango.
¡Corre! ¡Ven! ¡Allá va una bola!
Reían a carcajadas mientras la noche cayada caía sobre sus plegados e inocentes párpados.
La Navidad, en ese lugar del Mundo donde la arena hiere almas
también había llegado.
Ahora, todos duermen; lo habían conseguido. Sus risas, al hambre por fin habían conquistado.
María del Carmen Aranda
Escritora/ Poeta
Embajadora Universal de la Paz en España
con sede en Ginebra-Suiza; París-Francia
Sus pies descalzos, sobre la tierra humedecida de lágrimas y llantos,
marcaban las huellas de ángeles perdidos sobre el espeso y resbaladizo barro.
Piernas, cuerpos y caras, salpicados de estrellas negras salidas del oscuro fango.
¡Corre! ¡Ven! ¡Allá va una bola!
Reían a carcajadas mientras la noche cayada caía sobre sus plegados e inocentes párpados.
La Navidad, en ese lugar del Mundo donde la arena hiere almas
también había llegado.
Ahora, todos duermen; lo habían conseguido. Sus risas, al hambre por fin habían conquistado.
María del Carmen Aranda
Escritora/ Poeta
Embajadora Universal de la Paz en España
con sede en Ginebra-Suiza; París-Francia